Así me encuentro: relajada (dicho en voz bajita y muy pausada).
Mi psiquiatra me ha recomendado unas clases de relajación y he empezado hoy. Sólo ha sido una introducción, pero he conseguido durante 10 minutitos evadirme de absolutamente todo.
Vale que estoy de baja, que tengo todo el tiempo del mundo, que no debería estar agobiada: Piiiiiii, error!!!
Por supuesto que estoy de baja por motivos médicos, evidentemente, lo que significa que debo dedicar mi tiempo a descansar y recuperarme físicamente. Eso sumado a la rutina diaria que significa una casa, dos niñas, el perro, sus necesidades, colegios, comidas, extraescolares…vamos, lo que casi todos y cada uno de los que me leéis hacéis a diario. Y eso cansa, satura, y, en mi caso, me hace estar de un mal humor constante que vamos a intentar frenar con estas sesiones semanales.
La medicación también hará lo suyo, no lo dudo, pero necesito un empujón para dejarme de tonterías y volver a estar al completo. Muchas veces el tiempo libre consigue ponerte de los nervios, y eso es lo que ronda mi cabeza en el momento de mantita y sofá.
Tengo que recuperar la capacidad de disfrutar de las risas cuando se derrame el agua sobre la mesa, y no ver sólo la parte negativa de coger el trapo y la fregona. Tengo que volver a priorizar por encima de todo mi felicidad, algo que últimamente tengo equivocado en mi escala de valores.
Mi vena egoísta, esa que tanto me cuesta mantener, está floja de sangre, me tengo que autotransfundir…. (Nota mental: Definitivamente, tengo que dejar de hacer metáforas con terminología médica, empiezo a ver todo de color verde quirófano).
En definitiva, que si con una sesión semanal de relajación consigo retomar mi visión del mundo, ahora difuminada, pues benditos sean los 10 minutos que pierdo buscando aparcamiento en el centro de Navalcarnero.
Bueno, con este garimatías mental que soporto os dejo ya. Cuidado con los coches, las nevadas y las carreteras, que juntos nos pueden dar un buen susto.
Os leo!!