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Dos semanas

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Hoy hace justo dos semanas de mi intervención. El cambio es espectacular, casi casi no duele ya ninguna postura cotidiana, el dolor punzante ha desaparecido, levantarme de la cama no supone ya la sensación de rasgar la carne que sentía.

Sí, ha sido doloroso, pero la verdad es que se ha soportado bien. Venía muy preparada, avisada y predispuesta, pero el dolor es imprevisible e incalculable, y nunca se está lo suficientemente preparado. Pero, tras cuatro días tensos, dolorosos y tiesos en postura y movimientos, el dolor ha ido cediendo, los analgésicos ya no son necesarios, y ya paseo casi estirada del todo, sin necesidad de ir sujetando las lolas como si fueran a explotarme en medio del pasillo.

He llevado cuatro drenajes, uno en cada pecho y uno a cada lado de la espalda, de los que conservo dos, los del pecho ya no están. Se nota el alivio, pero llevar todavía uno a cada lado me limita sobre todo a la hora de dormir.

Por todo eso, PACIENCIA es la palabra más escuchada por la 4-22. Se me han quedado pequeños los pasillos, y, para colmo, la ola de calor ha reducido considerablemente mis visitas a las terrazas. Menos mal que la lectura me sumerje durante horas en el camino del rey, y las risas con la compañera hacen más agradable la estancia.

Un saludo y mil gracias a todos. Se que estáis ahí, aunque la cobertura del ala sur deje mucho que desear y no os lo pueda decir en persona.

Os leo!

Recortes

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Sigo escribiendo desde el hospital, en concreto desde la terraza, mi lugar favorito de los últimos días. Deberían hacer obligatorio este pedacito de realidad en cada centro sanitario. Aunque abrase el sol, o el ruido de los coches te atrone, consigue mantenerte conectado al mundo real, sobre todo cuando llevas muchos días y te encuentras relativamente bien, como es mi caso.

Por aquí bromeamos con los recortes, si vamos a tener que pagar la comida, si vamos a tener días máximos de hospital y los demás los pagamos…mucha risa, sí, pero en el día a día sí se empieza a notar.

Por ejemplo, hoy no hay pijamas. Que tienes los tuyos: pues mejor. Que no los tienes: pues repites el de ayer.
Las toallas también repiten porque no hay suficientes, y hubo un día que no pudieron cambiarme las sábanas porque tampoco tenían. Unas sábanas llenas de agujeritos o agujerazos, con más años que el fantasma del hospital.

Yo sí lo noto del año pasado a éste, en pequeños detalles. Aunque lo fundamental sigue funcionando perfectamente: medicamentos, material sanitario, incluso las comidas. Por lo menos a ojos del paciente, no se si los sanitarios pensarán lo mismo que yo.
Por ejemplo, a mi me permiten elegir mi menú diario entre tres primeros y tres segundos, los postres, las meriendas…y las raciones son, a veces, incluso excesivas. Es una bobada, pero elegir cada día es una de mis mayores ilusiones estos días.
Como muestra un botón, os dejo foto de la cena de anoche: revueltro de trigueros con gambas, pastel de merluza con salsa holandesa y fruta de temporada. Absolutamente nada que objetar. Os leo!

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Aprendiendo a ser paciente

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Ayer hizo una semana de mi obra de ingeniería. Ocho noches con sus ocho amaneceres. Todo va en la línea correcta, tengo un drenaje menos, el C, mama izquierda, y he estado atormentada toda la noche con un dolor nuevo rarísimo, que ha resultado ser porque se me ha juntado la faja con el sujetador y me han hecho marca. Hay que ser simple! Yo, por no tocarme, pasando una noche de preocupación.

Mi rutina diaria sigue su curso.

A las 06:30 a.m., encendido de luces sin piedad para vaciar drenajes. Ratito de lectura hasta que vuelvo a cabecear, y, a partir de las 08:30, frenesí absoluto: limpieza, duchas, camas, desayunos, curas, visitas médicas, novedades, y por fin, descanso hasta la comida. Es el momento de mi paseíto, el descafeinado de máquina y el ratito en la terraza, respirando aire de verdad, aunque sea abrasador.

Tras la comida, lectura otra vez, aunque a veces me vence el sopor, y, tras la merienda, el mayor número de horas libres sin nada que hacer: paseo, lectura, búsqueda de un puntito de cobertura para poder contestar algún mensajito, más paseos, y el carrito de la cena empieza a sonar por el pasillo.

Y empiezan las mejores horas: la compañía de mi enfermero favorito, contarnos el día, echar de menos juntos a las enanas, paseos, risas y besos de buenas noches.

Gracias a todos por el interés, las llamadas, los mensajes, los regalos y las visitas. Sigo sin cobertura y sin aprender cómo van las señales de humo. En unos días volveré a la civilización y os iré respondiendo.

Aprovechad vuestro fin de semana. Os leo!