He tenido un sueño tan raro, tan real, tan desagradable y tan preocupante, que necesito desahogarme con las letras.
Entenderé, sin problema, que dejéis aquí de leer, porque os lo relataré tal y como ha sido, con todos los detalles.
Si soy sincera, llevo unos días muy nerviosa porque hoy tenía cita con digestivo y cada vez lo paso peor con las consultas de especialistas. Analítica bien, reflejos de mis kilos de más traducidos en hígado graso (OMG!!!). Yo misma conmigo misma tengo una pelea interna desde esta mañana: dieta sí, dieta no. Me esperaré a la revisión de oncología y, como siempre, haré caso a ciegas de lo que ella opine y mande.
Y ahora vamos al lío.
Acudía al médico para revisión del pecho, no en mi lugar habitual, el Hospital Clínico San Carlos, sino en el Hospital de Móstoles. Hablábamos sobre la micro pigmentación, el color estaba empezando a difuminarse (algo que, día tras día frente al espejo, observo, todo hay que decirlo), y le comentaba que tenía cita en marzo para ese tema.
La siguiente consulta era ya en una camilla tumbada, con una enfermera tremenda, llena de energía, que cogía unas tijeras de cocina igualitas a las que tiene mi madre.
Tijera en mano, pegaba un corte en cada pezón y me dejaba sin ellos, así, a las buenas. Yo, con más miedo que dientes, comentaba con ella que la sensación había sido muy desagradable, aunque indolora debido a la anestesia. Y ella, con mucho mimo, me cubría con gasas las heridas, y me insistía en que no me tocara los apósitos, y yo, como un imán, con las manos cubriendo pecho sin poder evitarlo.
Curiosamente, mi pensamiento constante era qué iba a pensar Ruben (mi cirujano plástico) cuando viera aquello.
Después, tan tranquila, y con las manos puestas en el pecho como si se me fuera a caer, bajaba a una especie de mostrador lleno de gente, donde el doctor que me había enviado a la sala de «recortes» intentaba hacerme ver delante de un superior que era una decisión que había tomado yo (ahí está mi conciencia y su afán de reclamar). Tras pelearme con ellos y dejarles claro que yo quería irme con mi cirujano de confianza, una amable trabajadora, por si me arrepentía y me quedaba allí, me enseñaba un bote de cristal lleno de pezones de colores….si, si, os lo digo en serio. Pezones más claros, más oscuros, con más o menos protuberancia, de una textura parecida a la silicona, o goma, no sabría deciros.
Evidentemente, me ha sido imposible encontrar una imagen que pudiera describiros el bote lleno de pezones ;-), pero os podéis hacer una idea recortando en vuestra imaginación el pezón de la lola.
Tenía la ¿suerte? de poder elegir, además del tono y la forma, entre pezón perforado con pearcing o sin perforar, con una especie de protección de cristal (ahí aparecía mi chico enseñándome el suyo perforado por si no me quedaba claro cómo sería). Sí, yo también creo que va desvariando por minutos el relato, pero ha sido así, que le vamos a hacer.
Por último, elegía uno no muy oscuro con un buen botón y sin pearcing, porque no me gustaba mucho la protección de cristal jaaaa.
Ahí queda. A todo esto, hay que sumarle la variedad de nacionalidades de los actores principales, motivado, imagino, porque en las estadísticas del blog observo, cada vez más, que se lee mucho en el continente americano, sobre todo ayer Chile y Colombia, y me debió dejar marcado el dato.
Por favor, os agradecería, si alguien sabe interpretar sueños, que me dierais una idea aproximada de lo que se cuece en mi cabeza.
Hay días que empiezan mal desde la cama, y hoy es uno de ellos, porque desde que he salido de casa con pensamientos no muy buenos, pasando por mi hígado graso y seguido de un incidente en el parking de mi trabajo, espero y confío que la tarde me traiga algún mimo, porque si no acabaré rompiendo a llorar, berreando como si no hubiera mañana, ya os aviso.
Os leo!!