A petición de ella misma, esta entrada va dedicada a mi sobrina mayor, Paloma.
Sabeis lo que es la edad del pavo, verdad? Pues la tiene toda ella, consigue que llores de la risa sólo por ver cómo se rie ella, probablemente de alguna tontería que sólo ella entiende, pero que es tan contagiosa…
Una niña mayor, alegre, responsable, trabajadora, madura…
Mayor porque ya no es aquella bebé tan bonita con esos labios pa’morder, porque ya puedes hablar con ella de cualquier cosa sin dudar que te esté entendiendo, porque se ha convertido en una divertida compañera de compras.
Alegre porque es muy difícil verla seria. Puede pasar de la risa al llanto en un minuto, pero triste no se deja mostrar, o bien por hacer fáciles los retos, o bien, como buena Soriano, porque la procesión va por dentro.
Responsable porque ha sido capaz de coger las riendas (hablando en femenino) de su casa mientras la mamá ha estado a medio gas, dando un ejemplo gigante a mucho niñato que tiene por drama no tener una sudadera de la marca de moda.
Trabajadora, porque a base de esfuerzo, y de mil castigos, a que sí ;), ha conseguido ir sacando adelante tanta matemática maldita, y yo espero que eso se traduzca en una carrera feliz por poder elegirla, la que sea y donde sea.
Y madura por lo que le ha tocado vivir, porque se nota el trabajo de una buena educación, aunque desde fuera a veces nos haya parecido excesivamente estricta, porque es capaz de entender cosas que ni yo a veces soy capaz de digerir.
Esa es ella, yo la orgullosa tía, y mi bebé su primera ahijada.
La quiero, y mis mejores deseos se marchan por la carretera de Extremadura.
Sólo te pongo una condición para no darte una colleja: no vale chinchar a Marta, que nos conocemos. Rubita, la siguiente para tí!