Han vuelto las pesadillas. Casi reales, terribles, dramáticas y muy, muy crueles. Desde enfermedades degenerativas en mis niñas, hasta partos traumáticos, pasando por vueltas al pasado, tiempo que corre y yo sin avanzar…una angustia constante, con la suerte de poder despertar.

Y lo curioso es que duermo y duermo y sigo teniendo sueño, esa sensación de tener arena en los ojos y pesadez en los párpados.

Efectos secundarios de la medicación, imagino. Ya son muchos meses bajo los psicotrópicos y empiezan a acusarse las paranoias, digo yo.

Por lo demás, días de primavera anticipada como dice la canción, mucho sol que alimenta el ánimo, aunque me temo que también alimenta mi urticaria. Al final me han remitido al alergólogo, un especialista más añadido a mi expediente. Todo el cuerpo lleno de ronchones que no se van, y pican y pican, sobre todo por la noche. Nada que una buena ducha no pueda aliviar.

Os dejo, que voy a sacar el bizcocho del horno. Y no, no es otra metáfora de las mías, es real. Estáis invitados.