Así llevo desde esta mañana: extrañada, apabullada e incluso asustada por el silencio que hay en casa.
Nada de run-run de chupetes, de quejas por recoger habitaciones, de risas, de llantos, de peleas, de carreras…nada de nada.
En casa hay magia: dejas algo colocado en su sitio, y ahí se queda, estoy asombrada.
Lo habéis adivinado: las enanas están disfrutando de la familia allá en la vereda del Tajo. Para ellas son las verdaderas vacaciones de Navidad.
Por eso, hay que aprovechar las horas para hacer todo eso que no puedes hacer a diario: eeehhhhh, estoy pensando, eeehhhhh…Pues la verdad es que no he hecho nada especial que no pueda hacer estando ellas, aunque reconozco que el no recoger juguetes cada 3 metros, la falta de horarios y de obligaciones se agradece, aunque os confieso que no me ha cundido nada el día, pero sí tengo casi terminado el libro que tengo entre manos y he retomado todas las conversaciones que tenía pendientes.
Sobre todo, las echo de menos, pero para todos está genial que dejen su polvo de hadas por aquellas tierras.
Ya os dejo. El próximo día os cuento que tal ha ido mi preoperatorio.
Os leo!