Por fin, esta tarde, nos han asignado plaza en el nuevo colegio. Un no parar!
Corriendo a comprar uniforme para poder empezar mañana mismo. Carreras al centro escolar, a la tienda, probar tallas, comprar lazos…
Y, una vez conseguido el «pac» completo, de nuevo a correr para recoger a la pequeña, que ha vuelto de su visita a la sierra de Huelva con los abuelos.
Alimento han sido sus besos y ese mamá con los brazos abiertos. De nuevo los cuatro, el desorden, el ruido del chupete, la normalidad.
Con respecto a mis lolas, todo sigue muy bien, aunque, como las abuelillas, me ha picado horrores la cicatriz de la espalda con el cambio de tiempo. Os podéis imaginar el otoño que me espera. Como empiecen a revolverse a la vez todas las costuras, directamente me voy a una jaula del zoo a rozarme contra los árboles.
Y por ahora esas son todas mis novedades. Una vez solucionado el tema escolarización, me vuelco en el cumpleaños que nos viene con todas mis fuerzas.
Os leo!