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Limpieza

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Mi adorada mami ha estado casi una semana dejándome la casa al día. Vale, sí, estaba bastante dejada, pero desde que nació Carlota reconozco que limpiar en profundidad pasó a un escalón muy muy bajo en mi particular escalera de prioridades. Eso, sumado a mi movilidad limitada en los brazos, hace que la excusa suene casi perfecta…o no?

De todos modos, ya sabéis como son (somos) las madres con su obsesión por limpiar. Me ha costado un mundo que soltara el trapo.

A lo que iba, que me salgo del tema. Al limpiar, además de polvo, se remueven recuerdos. He visto fotos que hacía meses, incluso años, que no veía. Y he removido recuerdos que me han dado pellizcos muy dolorosos más allá de las cicatrices, tocando el alma.

Tenía un papi muy aficionado a la fotografía, y el legado que ha dejado en papel foto es inmenso. En especial, ha habido una que me ha abierto otra vez la herida, esa que nunca cerrará.

Fue en el bautizo de mi sobrina pequeña, me tiene agarrada, mirando a la cámara con esos ojos que lo decían todo, con esa media sonrisa que te desarmaba, orgulloso, feliz…y yo apoyo mi cabeza en su hombro, como tantas veces, con una sonrisa que no me cabe en la cara.
Todavía os lo cuento y se me vuelve a llenar la cara de lágrimas…todo lo que le he contado, con el berrinche, entre suspiros para poder coger aire y seguir llorando. Y contando. Aunque se que está al día, que lo sabe todo, pero me duele tanto que no lo vea, que Carlota le llame y él no conteste, que Berta se emocione cada vez que nos acordamos de él…

Sí, sigue siendo muy duro, aunque delante de la mami he sido la fuerte, el hombro donde llorar y la que decía en alto que nos ve, que esta ahí…aunque me parte el alma que físicamente no sea verdad.

Pero, como siempre, me quedo con el lado positivo de tanto remover armarios. Para que las novedades vengan, hay que tirar todo lo viejo. Y se ha cumplido, porque esta tarde vuelvo a tener visita inmobiliaria con una posible compradora.

Cruzad los dedos. Os leo!

Fotos

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Ayer llegaron a mis ojos unas fotos impactantes. No tenía el placer de conocer el trabajo del fotógrafo David Jay y su Proyecto SCAR. Lo publicó ayer el periódico El Mundo, y me parece la manera más sincera de acercar la realidad de las secuelas del cáncer de mama a los ojos de todo el mundo.
Son muy duras, atroces en algún caso, dañinas, pero tan reales que no pude contener el llanto, y desde ayer las miro una y otra vez, y entiendo perfectamente la mirada dura y seria de muchas de las modelos.
Así estoy, así espero quedar, así me siento, así comparto lágrimas con ellas, así me veo y así odio verme.
Jamás había visto tan cruda y tan cerca mi realidad, esas cicatrices tan feas cruzando el tórax, esas marcas de drenajes, ese pecho destartalado por las heridas que era lo que tenía hasta agosto, ese cuerpo deforme, ese horror…
Sinceramente, no se si yo sería capaz de posar así, me cuesta incluso meterme en la bañera con la peque, por eso aplaudo a cada una de esas valientes.
No todo en el cáncer de
mama es un lazo rosa, hay otra realidad detrás mucho más dura, que no sale en los medios de comunicación, que te cobra 200 euros por cada prótesis, o 70 por un sujetador, o 90 por un bañador, que abusa de unas cicatrices que tú jamás hubieras elegido.
Os dejo el enlace para que veais las fotos si os sentís con fuerza. Son duras, incluso desagradables, pero son reales, es lo que veo cada día delante del espejo.
David Jay, The SCAR project