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Recordando: mamá al 30%

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Recordando: mamá al 30%

Feliz año nuevo, feliz comienzo de objetivos anuales, feliz vuelta al gimnasio, feliz vuelta a tratamientos y rutinas médicas, pero, sobre todo, feliz. Así, sin más. Ese ha sido mi brindis de este año, poder llegar a la nochevieja del 2018 siendo FELIZ. Y conmigo, vosotros. ¿Firmamos pacto?

He decidido empezar el año bloguero volviendo atrás en el tiempo. Muchos de vosotros os habéis «enganchado» a Adiós Lolas Adiós hace poquito, y, para bien o para mal, llevo desnudando mi alma aquí desde el 2011. Por ellos, para los que no empezaron desde el principio, voy a ir rememorando post que, por alguna razón, están marcados en negrita en mi historia: por ser muy muy personales, por haber despertado sentimientos, por tener chispa, por tener repercusión. Fundamentalmente, porque para mí han sido especiales y quiero volver a compartirlos con vosotros.

Comienzo con «Mamá al 30%«, publicada el 30 de Agosto del 2011, tan sólo una semana después de quitarme el pecho. Carlota todavía no tenía 1 año, había empezado a caminar y yo me sentía fatal por no poder cuidarla como se merecía. Y Berta tenía 10 recién cumplidos, comenzaba quinto y estaba en uno de esos momentos egoístas y egocéntricos que tienen los enanos. Con el paso del tiempo, estos 6 años me han enseñado que no lo hice tan mal, Carlota habla de la enfermedad con total naturalidad. Para ella todas las mujeres con pañuelo o calvas tienen «cáncer de mamá», con acento, no cáncer de mama 😉 . Por supuesto, no recuerda mis lágrimas, y su hermana mayor tampoco.

De nuevo el desahogo, que se va haciendo necesario. Hoy primera visita a enfermería, todo va bien, tengo algo de líquido linfático bajo la axila izquierda, para lo que tengo que hacer unos ejercicios tres veces al día, y a partir del lunes, si todo va como hasta ahora, me empiezan a quitar grapas.

Las lolitas son un poco molestas, ayer me las quité en medio de la calle, ¡que liberación!. Si eres mayor de 15 y del género femenino, me entenderás. Es como cuando te aprieta un sujetador durante toda la noche y llegas a casa, desabrochas el corchete, y…..ooohhh, que placer!! ¡Pues lo mismo!!

Las grapas tiran de mala manera, casi no puedo levantar los brazos mas allá del nivel del codo, no encuentro la postura en la cama para dormir, me duele la espalda de la tensión, pero lo peor es que todo eso tiene solución farmacológica, pero el no poder coger a mi pequeña en brazos cuando me reclama, el no poder abrazar hasta la asfixia a la mayor como nos gusta hacer, eso no tiene más solución que el tiempo, y nunca me he caracterizado por ser precisamente paciente. ¡No podía ser perfecta!!

Por eso, en unos días, no voy a tener la sonrisa completa, entendedme. Por más que estiro los labios no lo consigo, pero se que con media sonrisa también soy mona, ¿a que sí??

Os leo!!

Si estás pasando por un momento parecido, con mi experiencia pasada, sólo te digo que lo estás haciendo muy muy bien. Ellos no van a recordar todas esas tardes en las que no puedes moverte, todos los ratos en los que has necesitado que familia y amigos pasen los días con ellos. Van a recordar tus pañuelos, las duchas pintando tu calva, y muy poco más, créeme. Preocúpate tan sólo por superarlo, porque ellos lo que necesitan es a su mamá, aunque sea haciendo de mayores y cuidándote ellos a tí tirados en la cama.

Espero no aburriros mucho con esta vuelta atrás. Para mí, en este momento, está siendo una terapia estupenda.

¡Os leo!