11 de marzo

Estándar

Hace ya ocho años de la masacre más cercana que he vivido.

Por aquel entonces, pertenecía al equipo electoral, lo que suponía jornadas larguísimas de trabajo preparando todo para que el día D no fallara nada.

Cuando vamos a votar, no percibimos el trabajo que hay detrás para que podamos hacerlo. Pero que las papeletas estén en un orden determinado, o una sala esté habilitada y otra no, no es casualidad. Alguien ha decidido que sea así, y nosotros teníamos que velar porque, efectivamente, lo fuera.

Además, para mí era un mes de marzo especial. Hacía menos de un mes que me había separado, estaba todavía intentando masticar lo que iba a ser mi vida, con una nena de dos años en medio de toda la marea.

8 de la mañana, Berta en Talavera con los abuelos porque la semana antes de elecciones no podía mantener sus horarios. En el coche escuchando la noticia no era consciente de lo que estaba pasando. En el trabajo muchos nervios, algunos compañeros no llegaban. Y pasaban las horas y crecían las víctimas y el horror. Cómo lloré. Cómo lloramos.

Mi recuerdo hoy va para las familias que se vieron afectadas de una manera u otra. Coger el tren de la vida al día siguiente debió ser terriblemente duro.

IN MEMORIAM

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