Por aquí ya ha llegado la noche más «americanizada» del año.
El en «tole» de Carlota ya lo celebraron ayer, aunque a la señorita carácter no le apeteció salir de casa con sus orejas de murciélago y sólo consintió disfrazarse en clase con sus compañeros.
Y mi niña mayor empezará en un ratito a convertirse en una muerta viviente con su sangre, sus ojeras negras y su pelo lacio pegado a la cara, que, según ella, da más miedo. Ha quedado con sus amigas para ir casa por casa tonteando e intentando llenar su bolsa de chuches, que aquí lo del truco o trato no terminamos de entenderlo.
Habrá que endulzar la espera con algún vinito y unas risas con los amigos, que otro remedio no nos queda.
Pero os tengo que confesar que me gusta mucho más la celebración americana que la nuestra. No necesito un día de visitas a los cementerios para recordar a los que faltan, todos y cada uno de mis días desde el 9 de noviembre del año pasado están marcados por la pérdida. Para qué pasearlo por un campo santo?
Pues eso, que preparéis los caramelos por si un grupito de pre-adolescentes gritonas llaman a vuestra puerta.
Feliz Halloween! Os leo!