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Que la fuerza te acompañe

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Que la fuerza te acompañe

Hace poquito que una buena amiga ha entrado en el «lado oscuro» como cuidadora, un papel que siempre, siempre, viene sin instrucciones.

Yo me declaro mala cuidadora, no sabría ni por dónde empezar, no empatizaría para nada con el/la enfermo/a, no sabría sacar el lado positivo y, lo que es peor, no se si querría sacarlo.

Pero ella sonríe entre lágrimas, te cuenta sus penas con miedo a aburrirte, continúa (o lo intenta) con su rutina, intentando que la enfermedad que intoxica su casa no salpique fuera de ella.

Porque cuando el maldito bicho te pica, tu vida frena, pero el mundo sigue girando. Y tus amigos/as siguen mirando su ombligo, tu familia sigue celebrando la vida, las playas siguen abarrotadas, los aeropuertos siguen llenos de viajeros sonrientes, las cañas siguen saliendo igual de fresquitas del grifo, y los cafés siguen rodeados de conversaciones sin fondo. Y el enfermo está activando ese freno, concentrado al 100% en curarse, pero el/la cuidador/a no tiene acceso a esa llave: la vida  frenética lo sigue arrastrando, mientras un trocito del corazón lo deja en casa vomitando o con una quimio recién dada cuando se va al trabajo, el otro trocito, el que más disimula, se queda en el cole con sus cachorros, sus piernas tiemblan en la consulta del oncólogo y sus brazos siguen tecleando en su puesto de trabajo. Queda la cabeza, esa que ahora sólo la lleva porque va pegada al cuello, pero no está donde corresponde. Entre informe e informe su sangre se hiela porque le llaman del hospital, intenta prestar atención en esa aburrida reunión mientras calcula horas de la medicación, soporta la regañina por el último despiste mientras se escapa una lágrima que nada tiene que ver con lo laboral.

Querida Natalia, queridas natalias que estáis viviendo en el infierno: te admiro, os admiro.

Yo viví la película como protagonista, no como secundaria. Pero veo en mi madre vuestro reflejo, la cuidadora en mayúsculas, cuidando del amor de su vida y de sus tres cachorras sin descanso, con malas noticias encadenadas, de hospital en hospital, y me encantaría que fuerais testigos de las carcajadas que ahora, tras su paso por el infierno, suenan más fuertes que las nuestras.

Solo os puedo ofrecer mi fuerza, mi admiración y mi abrazo (físico o virtual, elige el que prefieras). Estáis haciendo el trabajo más difícil del mundo, y algo tan duro tiene una gran recompensa, no lo dudo.

En un día como hoy, donde se celebra el amor, nadie hará regalo más bonito que el vuestro.

¡Os leo!

Aporta o aparta

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Aporta o aparta

Que difícil hablar del amor cuando ya no crees en él. Cuando la herencia que dejas a tus cachorras es desconfiar por naturaleza y la seguridad de estar mejor solas.

He tenido la enorme suerte de criarme en un hogar lleno de amor. Mis padres han sido naturales, no escondían nada; les he visto enfadarse, bromear, mirarse y entenderse….hasta el último aliento. En cambio, mi vida amorosa ha sido un desastre. Un desastre con los mejores regalos que podría imaginar, mi morena y mi rubia, niñas concebidas y deseadas cuando el amor era de verdad, pero ahora partícipes del desengaño.

El cáncer cambia tu vida, tu entorno, tu norte y tu sur. Por eso muchas parejas no son capaces de mantenerse a la altura, les supera la situación, el miedo, tu nuevo yo.

Aceptarlo duele, desarma, te deja débil, con la guardia baja, la autoestima bajo cero y la lágrima al filo. Superarlo cuesta, convives con los sueños rotos y los recuerdos amargos. Se apaga tu sonrisa, tus ganas de seguir. Te culpas, te encierras, te obsesionas. Y cuando, por fin, despiertas a tu ego, te das cuenta del tiempo perdido, de lo poco que te has valorado, del tiempo regalado que nunca va a volver, de tu esfuerzo por revivir algo muerto.

Y un día, de repente, amanece de nuevo, con la conciencia tranquila, con la seguridad de haber dado más de lo que han merecido, con el propósito de quererte más, de no buscar consuelo en hombros llenos de inmadurez.

Queridas supervivientes, valéis millones, y muy pocas parejas merecen vuestro amor. Eso sí, si lo tenéis al lado, enhorabuena, nada ni nadie romperá esa cadena que os une, porque pasar juntos por ésto une o mata. Es así, no hay medias tintas, o aportas o aparta, frase magistral que leo en el estado de whatsapp de mi compañero y amigo Diego.

Cuando los tratamientos pasan, cuando la vida vuelve a la «normalidad», seguimos necesitando al compañero que hemos tenido en cada quimio, en cada radio, en cada consulta. Seguimos necesitando que nos necesiten,saber que están ahí, que les seguimos preocupando porque nos quieren, porque nada ha cambiado. Alguien que nos ha visto sin pecho, en nuestro momento más infrahumano, se merece todo nuestro amor…pero no a cualquier precio. No les debemos nada, NADA. Han estado ahí porque han querido, porque nos han querido, y eso no les da carta blanca para dejarnos solas cuando todo pase.

Disfrutad del amor si lo tenéis, y de la VIDA en todo caso. 

San Valentín me ha traído recuerdos que duelen, el principio del fin, y os necesitaba. Gracias por estar al otro lado.

Os leo!!

Si no te hubiera conocido

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No se si os pasa, pero a mí hay veces que me da por pensar en cómo sería mi vida si no hubiera conocido a éste o aquél.

Hay personas que te marcan, te dejan huella, te resbalan, te dan aire, te oxigenan, te intoxican, te incentivan, te educan, te malcrían, te hacen convertirte en lo que eres o en lo que quieres ser.

Queramos o no, estamos marcados por toda la gente que de una manera u otra han pasado por nuestro camino a la misma vez que nosotros, y el ejercicio de hoy consiste en pensar:  …-y si no te hubiera conocido??

Elige a alguien así, ahora mismo, que te venga a la cabeza sin rebuscar mucho, y remonta tu vida a la suya. Es decir, intenta indagar en lo que esa persona te ha aportado (bueno o malo). Si no la hubieras conocido, cómo serías? Mejor, peor?

Evidentemente, por lo menos a mí, no me interesan los que me hacen ser peor persona. En todo caso, podría aceptar a aquellos que han conseguido, de algo malo, enseñarme una lección.

En concreto, quien yo he elegido me ha enseñado mucho. Me ha dado lecciones de madurez, paciencia, educación, respeto, amor, empatía, generosidad, y, a la vez, me ha devuelto la inmadurez, la impaciencia, me ha hecho perder los nervios, la educación y el respeto, me ha enseñado lo bonito que es el amor-odio, la pasión. Y, curiosamente, todo aquello que podría verse como negativo estoy convencida que me está haciendo ser una mejor persona, aprendiendo a conocerme, controlarme, valorarme…

Definitivamente, creo que estoy describiendo el amor con mayúsculas y no me estoy dando cuenta. Y eso, a día de hoy, sólo consigue dármelo una persona.

ANCIANITOS UP

Felicidades, viejuno. Según la teoría de la cena de anoche, te conocí siendo joven y te has convertido en adulto. Estoy dispuesta a contarte, cuando lleguemos, cómo es la etapa de la tercera edad. Te apuntas?

 OS LEO!!