El miércoles tocó la visita al Centro Base de Móstoles para la revisión de mi expediente de minusvalía. Ya os conté que tras el cáncer me concedieron un 10%, lo que viene a ser nada de nada.
Pues bien, tras dos años, cuatro meses y tres cuartos de hora de espera, por fin entro a la consulta de la doctora asignada. Tras repasar mi historial médico, me comenta que va a ser muy difícil llegar al 33%, porque la minusvalía valora lesiones y enfermedades, no secuelas.
Es decir:
No tener ovarios: secuelas
No tener pecho: secuelas
No tener ganglios: secuelas
Ser menopaúsica desde los 37 años: secuelas
No poder coger a mi hija: secuelas
No poder ir al súper sola: secuelas
No poder cocinar nada que salte: secuelas
No poder planchar: secuelas (y una mentira como una casa, a ver si no qué hago)
Tener que cambiar el vestuario completo porque no te caben los brazos: secuelas
No soportar el dolor de brazos por la noche: secuelas
No, no, no, no y no. Evidentemente, sólo son secuelas, pero han «minusvalorado» mi vida. Yo no soy la misma Estefanía de antes del 10 de Julio del 2007. Mis cicatrices, y sobre todo mis limitaciones me lo recuerdan a diario.
Pero para la Administración soy una persona sana con sólo un 10% de recortes en su vida diaria.
Esperaremos a la resolución por escrito, pero mucho me temo que no va a existir ningún beneficio estatal para mí ni para ninguna valiente que esté pasando por algo parecido.
Injusticia? Consuelo? Rabia? Conformismo? Escoged el calificativo, hay para dar y tomar.
Os leo. Disfrutad de lo que nos queda de primavera, que no vuelve en un año.