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3 años A

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3 años A

Conocer gente nueva me apasiona. Soy de las que pienso que puedo aprender algo nuevo cada día, que cada uno tiene mucho que aportarme y que quizá yo también sea capaz de aportar algo a los demás.

Os suelto esta perorata porque empezar el cole con 3 años me ha permitido, de golpe, encontrarme con un montón de mamás que, si todo sigue en su línea, me acompañarán en la puerta del cole durante muchos años.

Eso me lleva haciendo recapacitar unos días. Ahora que ya han pasado las adaptaciones y los primeros llantos, es el momento de acercarse, comentar, comparar, y entre meriendas y algún café perdido, es cuando he sido consciente de la existencia de esa cruz imaginaria que cada uno llevamos encima.

Por si alguno no lo sabéis, fuí educada en un colegio religioso, con Madres Agustinas (efectivamente, monjas), donde una de sus metáforas que me quedó grabada desde muy pequeña, es aquella que contaba cómo cada uno caminamos en la vida con una cruz encima (evidentemente, cual Jesús camino del Calvario).

Tras estos años, me he creído poseedora de la cruz más pesada, pero hablar con mis mamis me ha hecho ver que la mía es una más en el escaparate. Cada uno tenemos un peso con el que convivimos, y aún así, somos capaces de sonreir, abrazar, abrir zumos y cargar mochilas.

Hacemos posible tener una conversación aparentemente banal, cuando en realidad estamos contando una infancia tortuosa o una situación límite vivida por un familiar.

Mis mamás me han devuelto a la realidad. Han borrado mi egoísmo y han ampliado el campo de visión. Me han hecho sentirme una más en un momento en el que me creía la china en el  zapato.

Por eso hoy les dedico mi ratito frente a las teclas, mi altavoz. Porque quiero darles las gracias por agarrarme de los tobillos y hacerme pisar el suelo sin ni siquiera planteárselo.

Espero que me dejen seguir conociéndolas, ver juntas cómo crecen nuestros niños sin darnos cuenta, enfrentarnos a las dudas de primerizas que nos surjan, y abrazarnos cuando alguna no pueda más con su cruz.

Mamis de 3 años A. Os veo esta tarde. A los demás, os leo!!

Antiguas alumnas

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Hoy se celebra en mi cole de toda la vida el día de las antiguas alumnas. Bueno, ya es mixto, así que, para hablar con propiedad, el día de los antiguos alumnos.

La urticaria de Carlota me ha impedido ir, aunque os tengo que decir que POR FIN hemos encontrado un jarabe mágico que parece que empieza a hacer efecto. Se ha levantado con menos ronchas, cruzo los dedos para que por fin deje de parecer una niña mala post-varicela.

Volviendo al tema del cole, me hubiera encantado ir a rememorar viejos tiempos, ver a las monjas pavoneándose de las buenas mujeres de provecho en que nos hemos convertido, cantar con el vello de punta las canciones que me transportan a mi infancia y juventud, trasteando, con ataques de risa convertidos en castigos, horas de patio con las rodillas llenas de heridas por mi torpeza en el atletismo, los bailes de fin de curso, los nervios compartidos antes de un examen, las clases de hogar (madre mía), ese libro de literatura con pasta dura y a Sor Carmen diciendo tu apellido -srta. Soriano, a la pizarra-, los castigos después de clase limpiando el encerado…
Siempre he dicho que si trasladaran tal cual mi cole cerca de casa, no hubiera tenido ninguna duda al elegir centro para mis hijas. Estoy muy orgullosa de la educación recibida allí, incluso con lo que ha supuesto aguantar los chistecitos por haber ido a un cole de monjas.

Aunque la imagen de la fiesta del año pasado me taladra el corazón, presentando a Carlota a la Virgen del Buen Consejo delante de un abuelo cargado como siempre con su cámara al hombro y una sonrisa perpetua de orgullo. Cómo puede cambiar tanto la vida en meses!

Por eso, mi recuerdo hoy para todas las que van a estar allí -Moni, lo siento, hoy no nos vemos-, y, sobre todo, mi enhorabuena a esa congregación que sigue haciendo tan buen trabajo como siempre, aunque en estos tiempos todavía tiene más mérito.

Recordaremos el tiempo allí pasado, lo llevaremos siempre en el corazón