Hoy he vuelto a estar de visita en Talavera, y una de las cosas que he hecho ha sido volver al hospital donde falleció mi padre para agradecer a una de las doctoras la atención que tuvo hacia él. No os puedo describir las mil y una sensaciones que me han sacudido, ese parking, esos pasillos, esas puertas…se me ha removido todo de nuevo, aún a pesar de lo bonito de la visita.
Mientras esperábamos para entrar en la consulta, miraba a toda la gente de la sala, y recordaba mis visitas a oncología. Cada seis meses, cita obligada en el hospital de Móstoles, con los nervios a flor de piel, y la sonrisa nerviosa que no puedo controlar.
Cada seis meses vuelven los temores, las noches de desvelo, el miedo a volver a empezar.
Cada seis meses vuelvo a recordar el peligro, los olores, las vías, la quimio, los gorritos, las ojeras, el color pardo que toma la piel.
Cada seis meses, hasta ahora, vuelve el suspiro a la salida, la relajación, la palmadita en la espalda, el alivio.
Y ahora, cada seis meses, recordaré todavía más que lo que he tenido mata, que hay veces que no tienes opción a la lucha, que hay pacientes que ya no van a volver.
Y un día tras otro intento convivir con mis miedos, con la ausencia, con las ganas de seguir sana, de tener opción a la defensa.
Y mucho me temo que cada viaje a Talavera volverá a abrir mi caja de Pandora particular, y tendré que aprender a cerrarla en cada camino de vuelta para poder coger fuerzas y seguir.
No esperéis de mí mucha fiesta en estos días. Pero que quede constancia de mi empeño. En un par de días os cuento.
Dic12
Fani, no conozco a nadie tan radiante como tú. Y nada de todo eso podrá cambiarte. Ya sabes que no creo en Dios, pero si creyera, diría que sabe que contigo no puede y por eso te respeta y te concede a veces deseos preciosos: tus dos soles, Jaime, tu sonrisa, el cariño de los muchísimos que te quieren. No te rindas.
Un abrazo fortísimo.