Bienvenidos/as de nuevo.
Hoy os cuento que tengo un dolor inmenso en el lado derecho, por culpa de unos diez minutos de pinchazos que tuve ayer por la noche. No le voy a dar importancia, pero fue de las pocas veces en que me asusté. Cómo estaría para abandonar la fiesta antes de lo que me hubiera gustado!
De vez en cuando me da alguno, pero tan fuerte, intenso y largo como ayer, nunca.
Todo lo demás ha sido tranquilo, de festivales colegiales y fiestas de cumpleaños. Diecisiete «onceañeros», hermanos y padres viendo el partido España-Francia entre patatas fritas y nervios, piscina y regalos. Ojalá sean capaces en el futuro de entender lo afortunados que son.
Ayer recordábamos las mamás nuestros cumpleaños, con dos o tres amiguitas a lo sumo, las más afortunadas con sus primos y una sangría casera en el barreño de la ropa. Y ahora, con piscina, barbacoa, regalazos y un montón de amigos compartiendo su emoción. Afortunados, sí señor. Y nosotros también, por poder ofrecérselo y pasarlo tan bien como ellos.
Gracias a la anfitriona, a las madres del cumple y a toda la clase por pasar otro año más con nosotros.
El miércoles, que es el día real del cumple, volveremos a celebrarlo con la familia, viendo a la peque bailar en la guardería vestida de hawaiana, ya os contaré.
Ahora os dejo, que Berta ha empalmado su cumple con el de otra amiguita y Carlota anda con sus tios y abuelos, y tenemos que empezar a recogerlas.
Felicidades a las Juanas y Juanes en su día. Yo anoche quemé mentalmente mis malos momentos, esta noche lo recrearé en un papel prendido.
Os leo!