Mamá no puede

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Mamá no puede
  • Hoy os enseño este relato inédito que nunca llegué a presentar a un concurso por falta de tiempo. Por todas las superfamilias que presentan armas cuando llega el bicho. Os leo!!

No entiendo qué pasa.

La abuela está todo el día en casa molestando, no me deja tranquilo. Que si quita los pies de la mesa, que si has dejado el baño hecho un asco, que recoja la habitación…y cada vez que pretendo quejarme a mamá, ya sale ella: deja en paz a tu madre, que ahora no puede.

Pepa está insoportable, malcriada, repipi, no me deja en paz, no entiende que la puerta de mi habitación se cierra porque NO QUIERO que entre. Para colmo me toca ducharla, ponerla el pijama y aguantar sus berrinches porque no quiere que le cambie el canal de la tele. Y si me quejo, siempre escucho la misma respuesta: que dejes a mamá, que ahora no puede.

Cada dos o tres semanas me tengo que ir a casa de la tía. No me queda otra, quiera o no quiera. Adiós al partido de fútbol de ese finde, a ver a Rosa entrenando en la pista, a nuestras charlas interminables por Instagram porque la tía no tiene wifi. Y no, no me puedo quejar, porque mamá esos días necesita estar sola y descansar. Otra vez no puede.

Asco de cáncer. Jamás imaginé, el día que papá y mamá me sentaron para contármelo, que iba a afectarme tanto. Papá no ha cambiado nada, se levanta, se va a trabajar, y cuando vuelve, la abuela le ha preparado la cena y hasta la ropa del día siguiente y, como está muy cansado, se va a dormir a la habitación del sofá para que nadie le moleste. Menudo morro!!.

Pepa, como es pequeña, sigue tan tonta como siempre, no se entera, y los mayores se matan para protegerla y que no sufra. ¿Y yo? ¿Alguien se ha dado cuenta que también sufro? Que yo no tengo cáncer, y últimamente vivo como si estuviera enfermo. Ya no hay salidas al burguer en familia, ni excursiones a ver algo nuevo, ni siquiera cines. Mamá no puede.


No puedo.

 Koke no deja de quejarse, parece mentira que ahora, justo ahora, me reclame más que nunca. Choca todo el día con mamá, la pobre, intentando llevar una familia otra vez, a su edad, cuando el tiempo le había regalado una vejez tranquila en su pisito, otra vez rutinas de comidas, horarios y niños. Amor incondicional. Pero Koke no lo quiere entender.

Le sentamos Juan y yo para hablar como adultos, porque pensamos que ya lo es, aunque sus quince años nos demuestren lo contrario.

 – A mamá le han diagnosticado un cáncer y, durante unos meses, tras el quirófano, tendrá tratamiento de quimioterapia.

-¿Sabes lo que es?-..…silencio

-¿Quieres preguntarnos algo?…..silencio

– Koke, por favor, dí algo!!-…..portazo y voces dentro de su habitación. Creo que está hablando con Rosa.

El tratamiento me está sentando mal, aunque los médicos son optimistas, pero me está destrozando la musculatura y no me mantengo en pie. Y el pobre Juan, para que no notemos la falta de mi nómina en casa, ha encontrado otro trabajo para las tardes que le está dejando agotado. Menos mal que mamá le mima casi más que yo, y hemos decidido que, para que pueda descansar y no le moleste con vómitos o mis malas noches, duerma en la habitación del sofá. Me ha costado convencerlo, no quiere separarse de mí, pero si no descansa acabará enfermando también él, y los niños nos necesitan. Sobre todo Koke, mi pequeño.

Pepa es, y seguirá siendo, de eso ya me encargaré yo, una niña feliz, con su Disney Channel y sus peleas con el hermano, la mejor señal de su normalización de esta maldita enfermedad. Pero Koke es todo quejas: que si podíamos ir el finde al centro, que vaya rollo, que podíamos pedir comida china…ni se imagina las arcadas que me suponen unos míseros huevos fritos…

Echo de menos las tardes en el sofá, palomitas en mano, viendo cualquier película soporífera con actores horrorosos, mientras nos reímos, me cuenta sus aventuras del insti y sus tonteos con Rosa. Desde que paso más tiempo tumbada que de pie, de golpe, ha perdido el contacto conmigo, le doy miedo. Sé que me culpa, y le entiendo, le estoy jorobando uno de los mejores años de su vida, y espero que algún día lo entienda y lo recordemos con una sonrisa.

No podría perdonarme que esto le afecte. Bastantes miedos tengo sobre mi futuro, como para añadir una losa tan grande que cambie la vida de mis hijos.

Tengo que conseguir que Koke invite a Rosa a casa. Entre chicas nos entendemos mejor, y seguro que consigo saber de verdad cómo está, porque ni  Juan ni yo conseguimos penetrar esa coraza que se ha puesto.


 Ayer te fuiste, mamá, y tengo una sensación de vacío tan bestia que me cuesta respirar. Me duele el pecho, tanto que ayer papá se asustó después de llegar al tanatorio, y me vino a ver un médico.

Perdonamé, mamá. He sido un egoísta, pensando sólo en mí cuando tu preocupación éramos nosotros, sabiendo que estabas viviendo una contrarreloj.

Mi conversación con Rosa me ha hecho a la vez reir, llorar, odiarte y quererte. Fui un idiota por no sentarme contigo en el sofá con unas palomitas y hablar de todo esto, yo odiando tu actitud, y tu dando tu vida por ello.

Prometo cuidar de la abuela como si fueras tú, dejar a papá descansar encargándome de Pepa. Por cierto, por ella no te preocupes, llora y mira la tele a partes iguales, y Rosa me va a ayudar por las tardes viniendo a casa para estar con nosotros, así se me hace más ameno (sé que sonríes porque te estoy guiñando el ojo).

Te quiero, mamá. Gracias, mamá. Te echaré de menos, mamá.

 

Acerca de adioslolasadios

47 años en la actualidad, 33 cuando enfermé, madre de dos hijas, talaverana de nacimiento, madrileña "de las afueras" de adopción. He pasado por una oposición, dos divorcios, un accidente de tráfico, un cáncer bilateral de mama con 33 años , 8 sesiones de quimio, 33 de radio, una lipoestructura, que no lipoescultura, saber que tengo un gen pocho que me hacer ser paciente de alto riesgo, quitarme los ovarios y su menopausia prematura, unas cuantas biopsias, y en el 2011, una mastectomía bilateral y su posterior reconstrucción. Convivo con alguna secuela y me encanta sonreir. Vamos, que ya era hora que me desahogara, ¿que no?

Un comentario »

  1. Una publicación fantástica,exponiendo las vivencias individuales de todos los miembros de la familia frente a una enfermedad terrible que además no pudo vencer la madre.
    Con tu historia personal,has hecho algo más que deshogarte,has creado algo que sin ninguna duda debería ser presentado en algún concurso o publicado en Asociaciones de mujeres con cáncer de mama o en Fundaciones para la lucha contra el cáncer.Serviría para ayudar a muchas familias a encarar de otra forma la vida con un familiar enfermo de cáncer y sobre todo » si es mamá» porque la vida familiar siempre gira en torno a ella.
    Mis felicitaciones por haber superado tu cáncer y por este maravilloso y humano escrito

  2. Pingback: El boletín de la solidaridad – FFPaciente

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