Varones que habéis caído por aquí, hoy los ojos masculinos quizá se sientan un pelín asqueados…. yo AVISO.
Lo prometido es deuda, y hoy os cuento mi visita a la consulta de suelo pélvico.
Después de seguir conviviendo con mi vejiga hiperactiva durante un año, entre infecciones y carreras al baño acabé en la sala de espera de la consulta de suelo pélvico, que físicamente es la misma de oncogine pero en otros días y con otra especialista.
Como era mi primera vez, empezamos con las preguntas de control: cuánto bebes, cuánto te levantas por la noche, cuánto aguantas…y ahora que me tenía en sus manos, las preguntas de verdad: manchas las braguitas, usas compresas, tienes pérdidas cuando toses, cuando estornudas, cuando te ríes, durante las relaciones sexuales…Concha Velasco anunciando ®Indasec era yo en ese momento, y eso que en mi caso todavía respondo que no a todas las preguntas.
Qué capacidad de sentirme vieja en dos minutos. No mayor, VIEJA. Esas cosas les pasan a las abuelas y es una auténtica verguenza… por favor, a mí no… pues ERROR, amigas. Es algo muy habitual, totalmente TABÚ, que sólo confesamos a veces a nuestras amigas más cercanas, pero nunca será un tema de conversación abierto. Y es algo que nos puede llegar antes o después, sobre todo si tenemos una menopausia provocada prematuramente, o más de tres partos, o hemos hecho algunos deportes de alta intensidad. Y lo mejor, antes de llegar, es PREVENIR. En casi todos los hospitales ya existe una unidad específica para ello, donde nos aconsejan, nos revisan, nos medican si es necesario, pero, sobre todo, donde se puede (se debe) hablar sin tapujos, sin disimulos y muy alto de las pérdidas de orina. (ale, ya lo he dicho).
La parte más vergonzante, aunque para mí fue la más divertida, es el momento potro de tortura. Todas llevamos ya en el cuerpo alguna revisión ginecológica subidas en ese bonito trono, totalmente despatarradas, con un par de ojos atentos a tus movimientos vaginales cual artista tailandesa haciendo por ahí pompas de jabón.
Así tal cual, con la batilla y los calcetines (el mejor truco que he encontrado para no sentirte tan expuesta es vestido largo con botines. Así, si te dejan, sólo te deshaces de tu ropa interior) abierta como en tu noche más ardiente, escuchas una vocecilla que te va indicando: tose, empuja como en el parto, ahora no, ahora sí, y mientras , va comentando con la residente (sí, siempre hay otro médico en estos momentos) y moviendo su mano al compás, si ve lo que pasa y cómo lo valora.
Si os habéis fijado, os he dicho que para mí es la parte más divertida. Y bueno, no estoy del todo cuerda, pero no puedo evitar pensar en memes en esa posición, soy así de simple. Imaginad todo lo que da de sí la postura. Y para colmo, siendo la reina de los patosos, casi me tiro en plancha porque no esperé a que bajara del todo, me escurría constantemente hacia abajo y me daba la risa floja al subir. De todo menos tirarme un pedete, que ya hubiera sido el remate total.
Mi conclusión: que debo tomar menos café porque incrementa la frecuencia urinaria, reeducar mi vejiga yendo al baño más a menudo aunque no tenga ganas y no excederme con las bebidas (no más de dos litros al día). No era consciente de todo lo que bebo hasta que empecé a enumerar líquidos.
Vuestra conclusión (y no negocio): aquello de más vale prevenir que curar en este caso es frase a tatuar. Ante los primeros síntomas, cuéntaselo a tu ginecólogo/a.
Os leo!!
Me encanta tu manera de normalizar con humor estás situaciones, ¿ hay algo más sano que reírnos de nosotras mismas desdramatizando situaciones que son más normales de lo que creemos?. Ahora me viene a la cabeza nuestra amiga nodramapaisia. ❤