Pasó el año, volvieron la pena y los recuerdos, las flores sobre el Tajo y la añoranza, pero sigue la familia arropando a esa mami derrotada.
Y se quedó la pequeña de terapia, haciendo todas sus tonterías juntas, porque parece que sabía que lo necesitábamos, que era la única capaz de sacarnos la sonrisa.
La vuelta a casa fue tensa, la lluvia me lo hizo difícil, las lágrimas también.
Y el fin de semana ha sido relajante, tranquilo, de sofá y mantita, sin horarios. Libros, juegos, lecturas y conversaciónes telefónicas, pensando ya en mi posible próxima incorporacion al trabajo.
Las noches revueltas, porque, de repente, me despierta un dolor horrible en mis lolas. No se si es la postura, los nervios, las ganas de cambiar expansor por silicona, pero duelen a rabiar, sólo en la noche. Durante el día todo normal, monísimas, mejorando mucho mi imagen rebotada del espejo, receptoras de miraditas, pero, ay la noche, cuánto dolor. Y no sabría explicar si es muscular, posicional o imaginario. No sé calificarlo.
Dudo si acercarme el jueves para que me vean, o sólo llamar y consultar, porque no veo motivo alguno, ahora que la piel ya está adaptada (creo). Podría ser la postura que cojo al dormir. Es lo que tiene soñar tan profundamente, que puedo romperme un brazo y ni enterarme. Aunque confieso que me preocupa un poquito.
Todo lo demás en su sitio. Mi sirena feliz en su mundo de cole y sincro, y yo feliz de ver cómo sigue creciendo sin mayor preocupación que un grano nuevo. Bendita infancia!!
Os dejo, que voy a intentar resumir un tema de Sociología y después hacer unos canelones. Estáis invitados.
Os leo