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Querido diario:

Estándar

Octubre. 2013.

Querido diario:

Hacía mucho que no entraba a llenarte de letras, pero mi máxima es no hablar si no vas a embellecer el silencio. Traducido al coloquial, que no tenía nada que contarte, hijo.

En materia médica todo en su línea. Este mes toca revisión de nuevo, pero ya he empezado a cruzar los dedos y no los suelto hasta el 29.

La lluvia me hace mudarme a la calle melancolía, ya sabes que me recuerda mucho un mes de noviembre odioso, y mucho me temo que esa sensación no va a cambiar hasta que el 3 mude al 4.

Físicamente me encuentro genial. Estoy siguiendo un entreno para empezar a correr y llevo una semana (ovación cerrada, aplausos, vítores y serpentinas). Si continúo en el intento, en 11 semanas (allá para el Puente de la Inmaculada) podré correr durante 30 minutos 3 días en semana. Si vieras a mis lorzas llorar, se te pondrían los pelos como escarpias!!

Mis cachorras bien. Terrores nocturnos para una, comienzo de temporada sincronizada para la otra. La adaptación al cole superada por ambas, ahora queda seguir pedaleando sin descanso.

Y la adaptación a «mi cole» también superada. Empieza la carrera por los turnos, la complicación de las tardes  y las peleas con los ciudadanos, las pausas de risas y las reuniones sin fondo.

Te dejo ya, diario mío, que me debo a un teléfono rojo que grita porque quiere que le coja, cual bebé.

Traslada mis letras a los que pausan su tiempo leyendo mis andanzas, y diles que gracias por estar ahí.

Te leo!! Os leo!!

Sin parar

Estándar

Ando corriendo, sin parar.

Y como es eso posible estando de baja? Pues muy fácil.
Con todas las tormentas que tengo alrededor, he encontrado el mejor paragüas: ocupar todas las horas del día.
Carreras para vestirnos, reparto de niñas, cafetito terapéutico, visita a la biblioteca para estudiar un ratito, marujeo, cocineo, comida y charleta con Berta, vuelta al cole, caminata para bajar calorías, y recogida de niñas. Entrenos de sincro o pintura rupestre en las paredes de casa, baños, cena y por fin, momento pareja con la serie de turno.

Y mañana llega de nuevo con el canto de Kelly Minaj para abrir los ojos con ritmo.

El reposo de mi músculo traicionero no se resiente, porque, aunque parezca difícil, estoy muy relajada, porque sólo algunas de las actividades que llenan mi día a día están marcadas por un reloj.
La mayor parte de la mañana no tiene horarios, exceptuando los marcados por mis rutinas médicas.
Y la tarde es todavía más tranquila, por lo que mis lolas lo agradecen adaptándose a la nueva piel.

Lo dejo ya, que os veo cansados sólo de pensarlo.

Os leo!