Ya os he contado mil veces la cantidad de sensaciones que experimento días antes de mi revisión semestral de oncología.
Es una consulta muy breve y simple. He llegado a tal grado de complicidad con mi doctora, que nos pasamos mas tiempo hablando de niños que de marcadores tumorales, a Dios gracias!!
Paso a la camilla para la palpación, y si todo va bien, que por ahora sigue siendo así y que dure, me da cita para dentro de unos seis meses y listos.
Pues bien. Las horas previas a algo tan simplón son un auténtico suplicio para mí, cuando la lógica dice que tendría que estar acostumbrada. Nada más lejos de la realidad.
Me cuesta conciliar el sueño, mi marcador de paciencia descience hasta los infiernos, estoy llorica, que no es lo mismo que estar llorona, me hiperactivo con el trapo y la mopa, por lo que me desespero a los dos minutos, cuando compruebo que algo vuelve a estar descolocado. Me sumerjo en un submundo que me impide a veces incluso ser sociable.
Paso mucho MIEDO. Ese sería el resumen.
Y el suspiro posterior a cerrar la puerta de la consulta creo que podría activar algún volcán.
Es lo que tiene vivir al filo de la guadaña. Asco de «bicho».
Y con este desahogo os voy dejando. Felices vacaciones a los colegiales. Y bienvenida, primavera. Estaba deseando verte por la mañana.
Os leo!!