Piernas sobre el sofá, libro absorbente y cumpliendo el reposo relativo que ordena el informe de alta médica. Mi día a día de este mes de agosto es tranquilo, muy tranquilo.
Todo va muy bien. Los expansores van haciendo su trabajo, dando forma a lo que serán mis lolas definitivas, lo que me permitiría empezar a lucir canalillo, pero los sujetadores postoperatorios todavía no dejan que se muestre. Es muy curioso, pero me da seguridad llevarlos.
La espalda parece que vuelve a tener líquido, el jueves se confirmará en consulta. Tira bastante. Me quito la faja dorsal y la sensación es la misma que cuando la llevo puesta. Es igual que recortar un trozo de tela e intentar volver a unir lo que queda de nuevo. La tela tira; mi espalda también.
Y las noches están llenas de movimiento. Yo me quedo dormida de frente, boca arriba, y amanezco de lado, lo que me hace despertar por la molestia, y vuelvo a mirar el techo. Y así seis o siete veces cada noche, luego dirán que no me muevo.
Todo lo demás queda en pequeños paseos, mucho teléfono, mucha lectura, mucha tele y algo de abandono a las labores caseras. Menos mal que mañana recibo refuerzos dispuestos a lanzar destellos brillantes desde el ático.
Os dejo ya. Que disfrutéis del aire acondicionado tanto como yo.
Os leo!