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Piscineando

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Salgo del agua con buenas sensaciones. He estado «piscineando».

No se si os lo había contado ya, pero llevo una temporada con unos dolores de espalda importantes.
A mi trapecio le está costando hacer sus nuevas funciones, le hicieron mucha pupa en el quirófano y ahora me está pasando la factura. Y en lugar de enfadarme con el, he decidido ayudarle, largo tras largo para facilitar su refuerzo.
La verdad es que me he sorprendido por lo tocada que estoy. Nadando a crol no puedo estirar del todo los brazos, a braza soy un auténtico desastre, y a espalda me tira tanto que parece que voy a perder los expansores antes de llegar al bordillo.
Según va calentando la zona, la mejoría en la tirantez es más que evidente, por lo que me he convencido de lo positivo de la nueva actividad.

Por eso, mi nueva rutina tres días en semana va a necesitar respiración anaeróbica. Os iré contando novedades.

A partir del lunes paso a formar parte de la lista de espera del Dr. Garcia-Pumarino para cambiar mis bolas de balonmano por pelotas anti-estress.
Deseando estoy: poder dar carpetazo de una vez a una etapa de destete en pleno siglo XX y sin cheque millonario de Interviú de por medio.

Ya os dejo. Disfrutad del primer finde post-vacacional abrigaditos.

Os leo!

Arena en los ojos

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Lunes. Sueño, mucho sueño. Arena en los ojos. Esta mañana, las que ándabamos, nos hemos chocado con la pared. La tercera en discordia se ha negado a andar, la más lista. Agarrada como los monos, el resto cargando con bolsas, mochilas, tacones y llaves. Vistas por un agujerito, todo un cuadro.

El fin de semana regulero. Mucho ruido (literalmente), y pocas nueces…garrapiñadas. Feria y feria, calor, fiebres, el genial Tim Burton, familia, celebraciones y disgustos. Nada fuera de lo común.

Por aquí, planificando cuadrantes vacacionales. Yo fuera de contexto, porque no voy a estar en esta pelea. Oigo Julio y Agosto y sólo pienso en hospital, camisones, zapatillas y drenajes. Y se enciende mi sonrisa sin remedio. Me importa tan poco todo lo demás!

Sincera, egoísta, llamadme como queráis, lo acepto y lo corroboro, pero últimamente, debe ser el calor, ando «vaga en sentimiento», y os lo explico: escucho, atiendo, empatizo, pero desconecto. Necesito exprimir horas, días y momentos con los míos para empezar a acumular recuerdos pre-anestesia. Vuestros problemas son vuestros, yo ya tengo bastante con los míos. Eso sí, aquí me tienes para desahogarte, llorar, reir, lo que quieras, pero por fin he conseguido que no me quite el sueño.

En resumen, me estoy volviendo «banal». Necesito y disfruto los ratos del café -momento moda-, -momento política-, -momento vacaciones-, sin conversaciones profundas, sin necesidad de conectar el cerebro, pero, casualidad, estoy en un curioso momento en el que se cuenta con mi opinión. Me halaga, me congratula (con homenaje al Informal), y me sube la moral hasta niveles insospechados, y estoy encantada porque he conseguido dejarlo ahí, en mi opinión, mi consejo y se acabó. Antes podría seguir agobiada, pensativa o hasta preocupada por los problemas de los demás horas, llamar mil veces para ver cómo iban….Ya no. Que sepáis que os llamaré para todo lo demás, pero no esperéis que os pregunte por aquello de lo que no queráis hablar.

Jesús, que enrevesada ando a estas horas. Entendedme, es lunes, tengo hambre, y los ojos llenos de arena.

Voy a pensar cómo remediarlo. Os dejo por hoy.