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Cuando no hay novedades

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Así llevo las últimas semanas. Sin novedades. Rutinarias. Bonitas.

Médicos bien. Familia bien. Niñas bien. Verano bien.

Me podéis imaginar, tocando madera por las esquinas. No vaya a ser que se acabe la racha de nuevo y volvamos a empezar.

Toca revisión de radioterapia. Y tengo que consultar por qué no consigo que se quite la tos de señor mayor que me acompaña. Es reirme, y empezar a toser como si no hubiera mañana, a la manera del viejecito en plena calle que tiene que pararse para no caerse del bamboleo, y tú te cruzas con él y piensas que le queda un telediario y sin anuncios. Así es mi tos. Y no os exagero lo más mínimo.

Mis pezoncillos van bien. Soltando puntos internos de color blanco. Ahí los llevo conmigo, de compras, al trabajo, de cafetito…y ahí van, tan calladitos, sin molestar.

Mis sesiones piscineras fenomenal. Seis larguitos (ando a la caza de los ocho, pero mi brazo derecho se resiente), mis 10 anchos combinando patada de crol y de espalda, y, cuando tengo cerca a mi compañera de ridiculeces acuáticas (leasé mi hermana), 50 saltitos tipo rana Gustavo. Aquello de quien mueve las piernas mueve el corazón de los anuncios me lo he tomado al pie de la letra. No me gusta andar. No me gusta el gimnasio. Pero en el agua soy feliz. No me da pereza. No peso. Y me gusta ver que día tras día mis brazos, sobre todo el derecho, andan más ligeros y molestan un poco menos. Este invierno conseguí llegar a los 1000 metros. Y ese objetivo sigue ahí. Con prótesis en vez de expansores, con menos tensión y con más ganas si cabe.

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Así pasan los días, como decía el bolero. Sin playa, pero sin echarla tanto de menos como otros años.

Espero que vuestro verano también esté pasando así, bonito.

Os leo!!

Piscineando

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Salgo del agua con buenas sensaciones. He estado «piscineando».

No se si os lo había contado ya, pero llevo una temporada con unos dolores de espalda importantes.
A mi trapecio le está costando hacer sus nuevas funciones, le hicieron mucha pupa en el quirófano y ahora me está pasando la factura. Y en lugar de enfadarme con el, he decidido ayudarle, largo tras largo para facilitar su refuerzo.
La verdad es que me he sorprendido por lo tocada que estoy. Nadando a crol no puedo estirar del todo los brazos, a braza soy un auténtico desastre, y a espalda me tira tanto que parece que voy a perder los expansores antes de llegar al bordillo.
Según va calentando la zona, la mejoría en la tirantez es más que evidente, por lo que me he convencido de lo positivo de la nueva actividad.

Por eso, mi nueva rutina tres días en semana va a necesitar respiración anaeróbica. Os iré contando novedades.

A partir del lunes paso a formar parte de la lista de espera del Dr. Garcia-Pumarino para cambiar mis bolas de balonmano por pelotas anti-estress.
Deseando estoy: poder dar carpetazo de una vez a una etapa de destete en pleno siglo XX y sin cheque millonario de Interviú de por medio.

Ya os dejo. Disfrutad del primer finde post-vacacional abrigaditos.

Os leo!

Sin lolas y a lo loco

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Situación: tumbona, en la retirada del sol, relajada viendo a una de las enanas bañarse, la otra ha preferido los brazos del papi y unas patatas fritas.
Divino tesoro las vacaciones, y bendito anonimato.

El primer día intenté ponerme las prótesis para bajar a bañarme, pero estuve todo el rato colocándome, preocupada porque se veía la cicatriz, aguantando el peso…y os podéis imaginar el baño. Eso no era ni disfrutar ni nada parecido.

Resolución: aquí no me conoce nadie, no tengo que preocuparme si me miran, no me apetece tener que estar protegiendo la vista de los demás.

Consecuencia: estoy disfrutando de mi libertad, sin disimular ante nadie los devastadores efectos de la enfermedad, mostrando cicatrices que sin hablar, lo dicen todo.

Efecto: miradas, mezcla de lástima y admiración, susurros, curiosamente, miradas a sus propios pechos e imagino que agradecimiento por tenerlos, y sonrisas. Miran lo bien que estamos los cuatro, tan tranquilos, tan divertidos, tan felices, y sonríen por la lección aprendida.

Enseñanza: tenía que haberlo decidido antes. Si yo me acepto, es mucho más fácil para los demás aceptarme. No tengo nada de lo que avergonzarme, no lo he buscado yo. Estoy viva, sana y descubiendo calas preciosas escondidas en un parque natural. Y, para colmo, dentro de muy poco, camuflaré el horror gracias a los avances médicos. Se puede pedir más? Definitivamente, en este momento, no.

El sol me llama para despedirse. Voy corriendo a decirle adiós.

Os leo!