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Necesito vacaciones.

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Que no suene el despertador. Abrir los ojos con el primer rayo de sol, o con un abrazo de manos pequeñitas, o una mano debajo de la ropa interior, o con el pájaro que pía o el chatarrero que proclama.

Que no me marquen los horarios. Tomar el desayuno a la hora del almuerzo, al sol, repitiendo café largo con leche fría, con las redes sociales poniéndome al día a las 12 de la mañana, cuando ya se oye el chapoteo de las piscinas y mi día habitual llevaría ya cinco o seis horas de actividad.

Que nadie me robe la sonrisa. Dejar los turnos, las incompetencias, el desgaste. No permitir malos modos porque tienes prisa, porque no te entiendo, porque no me entiendes. Que todo mi estrés lo generen las historias de rubias y morenas atropellándose por contarme sus cosas, las COSAS más importantes que debo escuchar.

Definitivamente, necesito vacaciones. Me lo avisa mi nivel de gritos, mi escasa paciencia, mi número de resoplidos por hora, mi casi nula capacidad de empatizar, mi boca llena de «no puedo con la vida».

Afortunadamente, puedo cumplir pequeños deseos como éste, parar por unos días, volver a poner el polo positivo por encima del negativo.

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Vuelvo enseguida. Os leo!!

Números y letras

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Dad la bienvenida al verano, que ya está aquí para quedarse más días que nunca, y, en mi caso, para traerme muchas novedades.

Será de nuevo un verano de quirófano (y ya van cuatro así, con uno embarazadísima de descanso), el primer campamento fuera de casa de Berta, las primeras visitas a la piscina con prótesis, y los primeros recuerdos de papá como eso, recuerdos, sin poder llamarle para contarle cómo se defiende la pequeña con su churro en el agua.

Ya soy oficialmente un código de números y letras en una lista de espera. 51 personas tengo delante, os iré retransmitiendo a que ritmo baja y cuánto tardan en avisarme.

Y ayer por fin me pegué el primer baño del verano. Usé las prótesis que me ha dejado Mar con mi bañador del año pasado. Os cuento sensaciones:

  • Se nota muchísimo la cicatriz izquierda, se ha metido un poco en el canalillo y no hay manera de taparla, pero seguro que en este paso por quirófano queda corregido.
  • Pesan un montón, al rato de llevarlas ya las notaba demasiado. Me las pondré sólo cuando vaya a bañarme, el resto del tiempo cambiadita con mis mentirosos.
  • Se quedan frías. Y es una sensación muy agradable, sobre todo con el calor que tenía yo ayer en la tarde. Al estar aisladas de mi piel, se quedan con la temperatura del bañador mojado.
  • Me encanta el tacto y la forma. Llegan incluso a ir hacia los lados al tumbarme, dando aspecto de naturalidad. A mí en particular me agobia mucho la falta de canalillo, noto que no es un nacimiento natural, tan hundido y de repente un par de bultos, pero en el agua ni me acordé, viendo los «pinospuentes» de la mayor y la risa nerviosa del «voysola» de la pequeña.

En resumen, que te permiten disfrutar del agua  con absoluta normalidad, y doy fe porque yo ayer estaba rodeada de 8 ojos pequeñitos, y ya sabemos que los niños son muy sinceros, y en ningún momento ni me miraron ni se fijaron en mis lolas. Jugar era mucho más importante. PRUEBA SUPERADA!!

Gracias a Mar por sus soluciones, y a Oras por aportarme la normalidad que necesito.

Os dejo por hoy. Es solsticio de verano, plenitud de horas de sol repartiendo vitamina D gratis. Aprovechadlo!!

Os leo.

Piscinas

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De nuevo por aquí, más calmada con las pre-adolescentes, deseando que llegue mi viernes libre, y cansada y con mucho sueño.

Como siempre, hoy os pido ayuda, porque tengo un dilema, y de los grandes.

Ha llegado el verano, el calorcito, los vestidos escotados, y….ta-chán….las piscinas!! Me encantan, las disfruto, adoro la sensación al tirarme, pero este año tengo un problemón. Ya os habréis imaginado cual.

No tengo prótesis para el agua ni me las voy a comprar para un mes y poco que me quede, no encuentro bañadores con el relleno suficiente para dar el pego, los que he visto con hueco para poder introducirlas están bien, pero las que tengo se empaparían y ya me estoy imaginando las piscinas a las que vaya llenas de algodón flotando.

Yo me bañaría sin prótesis, ya estoy acostumbrada, y, depende de en qué piscinas, lo haré, pero, por ejemplo, el día que celebremos el cumple de Berta con sus compañeros, cómo lo hago? No me baño? No me quedo en bañador? Me escondo? Noooo, eso no va conmigo. Pero tampoco veo necesario ser el centro inevitable de las miradas, cada una se clava y hunde más la poquita autoestima veraniega que me queda.

Nunca me han importado los kilos de más, me interesaba más pasar un rato de risas y balonazos en la piscina con los enanos, pero este año no voy a poder. No puedo tirarme de cabeza (no me imagino el dolor al entrar al agua), no me puedo arriesgar a recibir un balonazo o una patada, no me puede dar el sol en la zona, no tengo bañador. Soy una abuela piscinera de 38 años. Cada vez que decida bañarme, llamo a Protección Civil y a desalojar el agua. Ay, no, por supuesto que no lo llevo bien.

Así que tenemos tarea. No quiero ni leer un comentario tipo -que mas dá el exterior-, o -eres una valiente y puedes con ésto-. Quiero comentarios constructivos, ideas, trucos y todo lo que se os ocurra. Tenemos de plazo hasta el 23 de junio, no sea que os quejéis por la premura.

Anticipadamente, gracias. Por todo.

Os leo!!